Por : Carlos ‘Fito’ Serrano. Director Fund Radio
Diversia
Incapacidad
del Gobierno Local y Nacional para negociar; desatino y prepotencia de parte de
la sociedad civil para manejar las situaciones de coyuntura para el movimiento
y una administración LGBT incapacitada para promover y gestionar los recursos
necesarios para garantizar una actividad notable, es lo que visibiliza la
pasada XVII Marcha de la Ciudadanía Plena de las personas LGBT, realizada en
Bogotá.
Atrás
quedaron los días en que al sector activista y con conciencia social, la marcha
le producía satisfacciones y orgullo; por lo que este día significaba, así como en las miles de personas
que marchaban y para aquellas que no podían hacerlo. Atrás quedaron esos
momentos de jugársela con todo lo que se tenía (mucho o poco) para presionar y
gestionar con las autoridades: logística, publicidad, seguridad pública
(policía) y por supuesto autoridades que garantizaran un desfile político
público que se ha transformado, tal vez, en una de las manifestaciones
populares más importantes de Bogotá, y que además pronto logró ser emulada por
ciudades como Medellín y ahora Cali.
Probablemente
este artículo de opinión va a potencializar la rabia que muchas y muchos ya me
tienen por decir las cosas frontalmente y no con sobajeos de espaldas, pero ya es
suficiente. Es importante que el desorden y la falta de ética deje de funcionar
en estas cuestiones que aunque para muchos no significan nada, hay cientos de
personas que esperan anualmente este día para salir a la calle a usarla (como
sea) sin miedo, sin trancas y como ciudadanos en igualdad de condiciones.
El
2012 fue el último año en el que
la Fundación Radio Diversia marchó en bloque, haciéndolo con la esperanza que la Marcha fuera una manifestación como la de los años anteriores, en la que las
reivindicaciones, los discursos sociales y las luchas colectivas del
sector pudiesen marchar juntas por un
año más sin problemas y dejando de lado las envidias, los rencores, las
frustraciones y los sabotajes.
Para
nuestra sorpresa el micro tráfico de drogas (particularmente pastillas y
marihuana) y la venta ilegal de botellas de aguardiente y cervezas sobrepasó
cualquier restricción legal que se tenga en este tipo de eventos, lo que
obviamente provocó un descontrol absurdo sobre las personas que marchaban y en algunas organizaciones que, aludiendo a las libertades individuales, se atreven a
afectar las masivas y las colectivas. , esto fue aplaudido y hasta patrocinado.
Esto, nos hizo plantearnos una discusión acerca de que si nosotros/as como
medio radial con conciencia social, ciudadana y política estábamos de acuerdo
en este “nuevo” formato de la “Marcha”, y la decisión colectiva fue que NO MARCHÁBAMOS MÁS hasta que esto
cambiara.
Este
año asistí como observador y sinceramente la Marcha de la Ciudadanía Plena realizada en
Bogotá empeoró. Durante la marcha observé que gran parte de la gente estaba totalmente drogada y, por lo tanto, vulnerable a ser
atacados o lastimarse, a causa de este
estado. Además, noté como la venta de estupefacientes y de alcohol subió
gradualmente en comparación al año pasado. Por otro lado, no observé
acompañamiento de la POLICIA. , La logística
de la “BOGOTA HUMANA” fue insuficiente (por no decir que nula) no existió barreras que contuvieran a los
observadores del evento ni tampoco baños públicos
Otra
de las observaciones que pude captar fue como el acompañamiento de los
dirigentes de diferentes facciones o
movimientos políticos marcharon en la parte de adelante sin observar o acompañar
a los marchantes en la extensión de la marcha, así como otros prefirieron
subirse a carrozas acompañados de strippers, saludando a las multitudes (extraña situación de la izquierda).
La
Marcha de la Ciudadanía Plena de las personas LGBT en Bogotá, se ha
caracterizado por ser una movilización que representa a lesbianas, gay,
bisexuales y personas trans en sus derechos, sus libertades y su
autonomía. Esta imagen se ha venido deteriorando al verse situaciones en
las que muchas personas pierden el control debido a consumo desproporcionado de
sustancias psicoactivas y alcohol (principalmente) durante la marcha. Así
mismo, menciono a aquellos que van a ·”trabajar” robando celulares y billeteras
a los despistados observadores y participantes.
Si
bien la participación social de los grupos de reivindicación de derechos ha ido
en aumento al igual que las “buenas”
intenciones de carrozas, comparsas y escuadras (digo buenas intenciones, porque
muchos solo se quedan en eso) La falta de colaboración y una verdadera
participación para organizar y propender
por una logística adecuada para la marcha se hace nula. La carga de la
logística, así como de la organización, ha recaído en la Mesa LGBT de Bogotá,
la cual se ha auto-proclamado como la autoridad que organiza este evento. Sin embargo, las
deficientes relaciones que tiene con el otras organizaciones e iniciativas LGBT y la
manera panfletaria, descalificadora y sancionadora que tienen de hacer las
cosas, los ha transformado en un desagradable Club de Tobies y de Lulúes
(haciendo referencia a la caricatura de Lulú y sus amigos), que no son capaces
de mirar más allá de sus disputas políticas con las “Magnas” autoridades LGBT
de turno en el distrito, que por otro
lado tampoco funcionan diferentes.
La
corriente que se venía gestando desde los tiempos de Lucho y que ha sentado una
mafia de pseudo activistas al frente, en muchos casos, de altos o medios cargos
dentro del distrito, amparados por la Política Pública LGBT, NO funciona
distinto: Si no estás de acuerdo, ¿estás
en contra? Y me pregunto yo ¿qué pasa con los que no
estamos de acuerdo ni con un bando ni con el otro y estamos en el medio?. ¿Qué
pasa si yo no quiero venderle mi alma al diablo y no me gusta deber favores?
Entonces no tengo derecho a trabajar, no tengo derecho a progresar y tampoco
tengo derecho a elevar mi particular forma de trabajar en pro de mis derechos.
Pues
la cuestión se ve absurdamente reflejada en la MARCHA. por un lado tenemos a un
gobierno local y nacional sin ninguna voluntad política para facilitar NADA.
Así mismo, se suma la problemática que en esta misma fecha se realiza Rock al
Parque (evento bogotano que también está
en franco decaimiento), A mi parecer, creo que es una estupidez de organización
por parte del distrito, quienes
solamente pueden responder a uno de dos grandes eventos durante este fin
de semana, dejando abandonado a uno de ellos, en este caso, La Marcha de la Ciudadanía
Plena de las personas LGBT.
También
creo que siendo la Subdirección de Asuntos LGBT, que forma parte de la
Secretaría Distrital de Integración Social (y que constantemente me recuerda al
MAGISTERIO de Harry Potter), sería el
sector que podría haber realizado una gestión en la logística y acompañamiento
a este evento. La Subdirección de
Asuntos LGBT, quienes según entiendo poseen muy buen presupuestos anuales para
sus acciones, no se hicieron sentir ni colaboraron para que la Marcha del a
Ciudadanía para las personas LGBT de
Bogotá fuera una marcha organizada, gestionada y sobre todo con un verdadero
acompañamiento, que es el que el movimiento social necesita y exige a la
institucionalidad.
Así
mismo, la Mesa LGBT de Bogotá, quien
representaría el movimiento social no ha sido capaz de negociar la fecha para
adelantar o atrasar esta manifestación, tal como se ha realizado en otros
países, lo cual no ha permitido
solucionar algunas de las problemáticas que ya se evidencian en la marcha, es
decir logística, acompañamiento de la Policía y seguridad para los observadores
y marchantes.
Seguramente habrán algunos y algunas que me
criticarán por escribir esto aludiendo que: La participación fue mayor, que no
hubo plata, que no existió un real acompañamiento institucional, entre otros. La verdad es que las excusas siempre agravan
las faltas. Así mismo, se resalta que
por buenas voluntades este país ha
mantenido una guerra interna por más de 50 años y en el caso de la Marcha de
Bogotá, por buenas voluntades no se ha logrado un verdadero acto político y de
reivindicación de derechos en años, convirtiéndose esta manifestación en un
montón de personas que caminan sin un verdadero apoyo del gobierno distrital,
quien supuestamente defiende sus derechos.
Hace
muchos años cuando mi buena amiga Illichtna Manga estaba al frente de este ente
de gestiones colectivas y que respondía a una agenda pública de todas las
organizaciones y no a un grupo de amigos, le planteé en una conversación
privada la posibilidad de reducir el trayecto, de cambiar el formato, de
dotarlo de un espacio seguro y que pudiera convocar muchas más personas a una manifestación
en la que las diferentes intenciones
cupieran sin ser más o menos importantes y en la que todo el esfuerzo sumado se
pudiera apreciar por nuestra ciudad. Sin embargo esta idea no fue escuchada por la Mesa LGBT
de aquel tiempo. Luego la misma idea la planteé a la Dirección de Diversidad
Sexual desde el Consejo Autónomo LGBT cuando fui
representante por el derecho Cultura y
la Participación y asesoraba la creación de la campaña “En Bogotá se Puede Ser”.
Esta idea se transformó en lo que hoy se
conoce que conocemos como la “SEMANA DE LA DIVERSIDAD”. Dando cuenta, que existe
una innecesaria necesidad de institucionalizar todas las iniciativas de la
ciudadanía y luego se apropiadas por las instituciones del distrito que manejan
la PPLGBT.
Nuestra
política, cono Radio Diversia es: cubrir
como medio de comunicación el evento y desde ahí realizar nuestro análisis. Sin
embargo, como Fundación Radio Diversia, organización que trabaja por promover y
defender los derechos humanos de las personas lesbianas, gays,
bisexuales y trans no nos sentimos representados por quienes organizan y
planean la marcha. Por esta razón no marchamos como organización social. No nos
pidan que digamos que todo es bonito cuando no lo es, es imposible calificar
algo positivo cuando lo que hace es generar una sensación negativa ante la
opinión pública y creemos que ya es suficiente de estar en silencio debido a
las represalias que podrían caer sobre nuestro trabajo.
Las
y les invito a utilizar la plataforma de nuestra emisora para denunciar, para
opinar y para hacer ciudadanía y no sólo para escuchar música. Nuestra labor es
fomentar la participación, pero ésta no se hace haciéndose “de la vista gorda”.